Breve historia de un final
La duda
Como en la conjetura de Collatz, entre nosotros había cosas tremendamente simples que nunca conseguiremos explicar y que sólo nos dejaron una duda. Para siempre. Para los dos.
El tiempo
Al fin y al cabo, sólo era cuestión de tiempo: que dejaras pasar el tiempo, que asumieras que perdiste el tiempo, que te rindieses a tiempo… Y, aun así, pese a todo, todavía estabas a tiempo.
Las palabras
Como las bombas en los mercados de Kandahar o de Alepo, tus palabras generaron ondas expansivas que ensordecieron mis noches y mis días. Pero no estaban rasgados los tímpanos, sino lastimados por el agrio velo de la tristeza. Una y otra vez, el estallido retumbaba al sentir las heridas de metralla de palabras en mi conciencia.
La ausencia
Todo es ausencia. Sólo queda recordar, como un homenaje póstumo a la felicidad, los tiempos en los que decíamos que algún día recordaríamos esos momentos.